miércoles, 9 de octubre de 2013

Ubicación de Yucatan

Ubicación geográfica y clima de Yucatán

El Estado de Yucatán esta situado en el extremo norte de la Península del mismo nombre en el sureste de la República Mexicana. Colinda al norte con el Golfo de México, al este y sureste con Quintana Roo y al oeste y suroeste con Campeche.

Clima
Tiene dos tipos de clima, el cálido subhúmedo que abarca el 90% de su territorio con temperatura anual fluctuante entre 24.6 y 27.7° C en promedio y el cálido semiseco que corresponde a la franja costera en el norte del Estado. Tiene una situación geográfica privilegiada, posee bosques tropicales, cenotes, cavernas, corrientes subterráneas, etc.
Al finalizar la primavera caen lluvias generalmente moderadas que se aprovechan para las siembras. Se les denomina lluvias orientales, por venir en su mayor parte con una inclinación desde ese punto cardinal y están acompañadas generalmente por vientos en esa dirección. Las lluvias son más abundantes en el sur y menos frecuentes en las costas pues la escasez de árboles y brisas marítimas evitan en muchas ocasiones que las nubes se aproximen al litoral.

COSTUMBRES Y TRADICIONES DEL ESTADO DE YUCATAN
La Vaquería
jaranerajpg.jpg (19340 bytes)En las tradicionales fiestas que realizaban los ganaderos, ignoramos hace cuanto
tiempo, en recuerdo de las clásicas verbenas españolas tuvieron lugar nuestras vaquerías en ocasión de la hierra de las reses y su acostumbrado recuento anual. Allí se bailaban las jaranas, una de las primeras variantes fue "el Torito".
Las vaquerías son bullicio y diversión, las mujeres destacan con coloridos huipiles y rosarios de filigrana. Los hombre, guayabera blanca inmaculada y elegantes alpargatas.
Luego de un rato de baile, alguien grita "Bomba". Se detiene la orquesta, el baile se interrumpe para que alguno de los actuantes exprese los agudos decires de las "bombas", cuartetas que pueden llegar a ser madrigalescas, descriptivas, satíricas, pero frecuentemente picarescas, donde aflora el innato sentido del humor del yucateco.
La Canción Yucateca
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La canción yucateca florece a fines del siglo pasado con determinante influencia Europea y va adquiriendo influencia cubana con la guaracha, el bolero, la danza y la clave, recibiendo finalmente influencia colombiana con el bambuco. Así la canción yucateca es el feliz resultado de una confluencia de razgos de diferente culturas, pasada por el tamiz de nuestra personalidad mestiza. Algunos de los músicos y compositores yucatecos con mayor trascendencia son: Cirilo Baqueiro (Chan Cil), Fermín Pastrana (Huay Cuc), Antonio Hoil; en otra generación tenemos a: Ricardo Palmerín, Guty Cárdenas y Pepe Domínguez. En los tiempos actuales, nuestros compositores más destacados son Pastor Cervera y Sergio Esquivel.
EL Hanal Pixán
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En todos los países civilizados es costumbre conmemorar el día de difuntos con diversas manifestaciones de duelo que dedican a sus deudos muertos.
Estas prácticas se concretan a oraciones, rosarios de ánimas, ofrendas florales y visitas a los panteones. Entre nosotros, en América, en casi todas partes, se encienden lámparas sobre los sepulcros y hay paseo general de campos santos e iluminan los lugares donde han enterrado a los muertos.
En Yucatán, entre los indios mayas, se observa una costumbre que viene desde sus ancestros: costumbre netamente maya mezclada, después de la conquista, a prácticas piadosas conforme al ritual católico. Obra es ásta, de los franciscanos; quienes, no pudiendo desarraigar de golpe, en la raza conquistada, sus antiguos ritos idolátricos, toleraron ciertas prácticas que no se oponían al dogma: como honrar a sus muertos, ofrecer presentes, encender velas y quemar resinas aromáticas. Existe, pues, hasta la fecha entre los indígenas mayas, una práctica piadosa que tiene por origen la sagrada veneración que el indio tiene por sus deudos muertos, a quienes sepultan en el interior de sus hogares.
Historiadores  y cronistas, como Fray Diego de Landa y Cogolludo,  aseguran, -estudiando costumbres de la raza aborigen,- que entre los mayas no exitían cementerios en sus ciudades. El maya,-dice el cronista-, sepulta sus muertos en su propia morada. El entierro de sus deudos lo hacía cada habitante a espaldas de su casa, en un recinto o patio libre de malezas y bien barrido, donde era abierta una fosa y en la misma tierra, sin ataúd, colocaban el cadáver introduciéndole en la boca cierta cantidad de masa de maíz bien cocida, llamada "keyem" para que pudiera alimentarse mientras reposaba.... Hecho el entierro, colocaban una señal para identificar la tumba. Generalmente consistía ésta en un corralejo de dos metros en cuadro, hecho de varillas o palos: "coloc-ch‚". Y en tiempos de la colonia marcaban aquellos sitios con una tosca Cruz de madera que colocaban dentro del cuadro.
Debido a esta práctica indígena de sepultar los muertos en casa para tenerlos cerca, a fin de poderles ofrendar presentes que consistían en alimentos, frutas y ceras, nació la costumbre de hacer en los días de difuntos los "pibil-uahes" o "mucbipollos: vianda en forma de tamales envueltos en hojas de plátano con que obsequian, en esos luctuosos días, a las almas de sus parientes muertos. De ahí el "Hanal-Pixan", que quiere decir: "banquete de las ánimas".
En las casas y en los campos, colocan los indios jícaras de atole nuevo y cajetes de comida dedicados a los difuntos; y creen firmemente que, invisibles, descienden las almas a tomar una parte de ella, que es lo que llaman "tomar la gracia".
Es costumbre tradicional en la República, como en todo el mundo, llevar en los días de muertos, ofrendas florales y coronas a los panteones.
En México, además de estos presentes, fabrican en las pastelerías un pan de harina de trigo, con mucha azúcar encima, llamado popularmente "Pan de Muerto"; así como que confeccionan calaveras de dulce, bien adornadas, que obsequian a sus amistades.
En Yucatán, esta costumbre es distinta a la del resto de la República y, quizás, de todo el mundo. Desde el 1o. de noviembre, día de Todos los Santos, y dedicado a los "chiquitos" (los niños muertos), se confeccionan unos bollos de harina de trigo, en forma de figurillas de animales y muñecos, para ofrecer a las almas de aquellos. El 2 de noviembre, día de los Muertos, fabrican los indios unos enormes pasteles redondos, como de treinta centímetros de diámetro, hechos de masa de maíz y manteca, rellenos de pollo y puerco y condimentados con tomate y chile, que resultan muy sabrosos.... Estas tortas de maíz envueltas en hojas de plátano, -como tamales-, son cocidos a guisa de barbacoa en un gran hoyo bajo de la tierra, o "pibil-pollos"; palabra híbrida muy popular.
Además de estos pasteles, entierran en el horno subterráneo, bien calentado con leños y piedras, calabazas grandes, de preferencia la "dzol", j¡camas, camotes, mazorcas de maíz tierno, (pibinales) y unas tortas de masa y frijoles llamadas: "pibil- xpelón". Y una vez cocidos estos alimentos y humeantes aún, los depositan en pequeñas mesas, alumbradas con velas de cera, debajo de los  árboles del patio y cerca de las sepulturas de sus familiares; así como sendas jícaras de sabroso "tan-chucua",atole que fabrican con masa de maíz, cacao, pimienta y anís, a modo de "champurrado".
Estas viandas pasan toda la noche del 1o. al 2 de noviembre, en esos pequeños altares, debajo de los árboles. Y cuando las almas de los difuntos "han tomado la gracia", los familiares de aquellos meriendan los "mucbilpollos", tómanse el atole y "pibilnales" entre libaciones de "balché‚" y otras bebidas embriagantes....
Así termina la ceremonia del "Hanal-Pixán" entre los mayas. Tal es el origen de esta costumbre tradicional entre los yucatecos, todos, hasta los que estamos lejos de nuestra tierra!.... Y tan arraigada está, que hasta las familias acomodadas, impelidas por la fuerza de la tradición, confeccionan estas exquisitas tortas, en el Día de los Difuntos, sin practicar la ceremonia india, naturalmente. Y no es raro ver en Mérida, la víspera del 2 de noviembre, a los criados de las casas, llevando por la calle, en enormes bandejas, estos ricos pasteles para obserquiar a sus amistades; costumbre de la que, hasta hoy, no ha prescindido nuestra creciente Colonia Yucateca en la capital.

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